miércoles, 2 de febrero de 2011

Bilbao, la ciudad del año 3.000

 6 de enero de 2011
Salir de Bayonne fue más difícil que pasar la frontera. Unos peajes fueron los únicos testigos de un abrupto cambio en el que sin sellos ni preguntas, pasamos de hablar francés a entendernos entre nosotros en castellano, lo que no significa que los carteles de la carretera compartieran nuestro idioma. En el País Vasco el euskeda es la lengua oficial y tanto la radio como los carteles son los encargados de darnos a entender eso... lo que no significa que el castellano desaparezca. Todos te entienden por las calles y varias publicidades sirven de puente para los que nada comprendemos de la lengua vasca (no se parece ni al francés ni al 'español').

Una vez aparcados, que como les dije es uno de los asuntos más complicados por estos lares, comenzamos un recorrido por una ciudad que le ha apostado al modernismo y que se ha transformado a unos niveles que es posible que una persona nacida en ella, pero que no la haya visitado en 10 años, se pierda en medio de sus renovadas calles. 
 Uno de los edificios más emblemáticos de esta 'nueva Bilbao', es la sede del Museo Guggenheim. Un edificio que no deja ninguna duda acerca del contenido y que se convirtió en uno de los puntos de referencia obligada a la par de ser el eje articulante de una importante ronda que sirve para pasear y hacer deporte a nativos, turistas e inmigrantes en medio de una ciudad y una región que es reconocida en España como una de las más dinámicas y fuertes en materia económica.
 La fuerte apuesta que hicieron las administraciones para hacer de Bilbao una ciudad moderna, son visibles a cada paso. Aquí el arte, el urbanismo, los espacios públicos, la infraestructura y hasta los viejos edificios parecen jugar un rol determinado para hacer sentir a los que la visitan por primera vez, que el tiempo ha corrido de manera diferente en estas tierras. Sin embargo, la soledad de sus calles (habitadas por miles de carros estacionados) y los proporcionalmente pocos habitantes y turistas que circulan por estas megaestructuras, nos hacen pensar en obras que tal vez sobrepasan la escala de habitantes.
 Verdadero o falso, Bilbao es una ciudad más que interesante a la que hay que volver con mucho más tiempo. Un interesante ejemplo de cómo asumir abiertamente el tema de qué hacer con los cascos históricos que a veces termina en discusiones bizantinas (acompañadas casi siempre de nefastos ensayos y errores). Aquí decidieron recrearlo, dejando algunos trazos de él. Una apuesta arriesgada, pero que (aunque me den escalofríos), les salió bastante bien a los vascos.

1 comentario:

  1. Chacho! Se escribe EUSKERA, te cuidaico que nos metes en un embarrao'nacional ahora que estamos tan tranquilos por una palabrita de "nada" JAJAJAJA Cuando llegues a Sevilla, avisa JAJAJAJA y ni te cuento cuando llegues a Granada JAJAJAJA
    Saludos

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