domingo, 5 de junio de 2011

Palma de Mallorca: primera etapa de un largo viaje

Europa es un continente en el que viajar es todo un placer... y un arte, si es que se quieren 'pescar' las mejores ofertas. Como primera medida, es necesario armarse de paciencia, valor, una calculadora y un buen mapa. Aquí la línea recta a ratos puede ser la peor opción y muchas veces el medio de transporte más 'pelle'... puede ser el más caro.
Así las cosas, aunque nuestro destino final era Budapest, nuestra primera escala terminó siendo Palma de Mallorca. Una isla que no por hacer parte del Archipiélago de las Baleares y, por ende, ser española; es imposible de comparar con los demás territorios peninsulares. Mucho más cuando colonias tan poderosas como la alemana han transformado sectores enteros de la isla en lugares en los que el castellano y las demás lenguas peninsulares, pasan a ser la segunda o tercera opción; y las 'catedrales góticas' están dedicadas al culto a la cerveza.
Después de una tranquila noche en un hostal y ya convencidos del fin de las clases (salimos en el avión apenas un par de horas después de presentar los avances en nuestros proyectos), un bus nos condujo al centro de Palma, ciudad capital del archipiélago y destacado eje del turismo internacional. Un laberinto de plazas, fortines, iglesias, callejones y escaleras, en medio de las cuales se puede apreciar la más variopinta colección de ofertas gastronómicas, comerciales, turísticas y artísticas; todas acompañadas de un clima que mucho dista de ser caribeño, pero que nos refrescó el ánimo tras semanas de duro trabajo.
Palma es turística y miles de turistas la recorren cada semana, tránsito que con fines de diversa índole se ha venido presentando desde antes de la era cristiana, como fruto de la importancia estratégica de esta isla, así como de los demás puertos de aguada y las fortificaciones que hicieron del Mediterráneo 'el centro de la tierra conocida'. Un mar que no por quedarse pequeño tras los viajes de los portugueses por África, y de Colón y Magallanes por el Atlántico y el Pacífico, perdió la importancia.
Es la historia la que se respira desde sus playas, así como son sus arenas las que esconden miles de relatos que sólo viajando a través de los libros y las tradiciones orales, es posible comenzar a hilar. 

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